[blog] CONTEXTUALIZACIÓN ESPACIAL DE LOS PATRIMONIO//MAPEOS Sabah Walid. UNDERGROUND Arqueología Patrimonio & Gente ¿Cuántos mapas, ...

[blog] CONTEXTUALIZACIÓN ESPACIAL DE LOS PATRIMONIO//MAPEOS

Sabah Walid.
UNDERGROUND Arqueología Patrimonio & Gente

¿Cuántos mapas, en el sentido descriptivo geográfico, serían necesarios para agotar
un espacio social, para codificar y descodificar todos sus sentidos y contenidos?
(Henri Lefebvre)




Mapa de Villa Fiorito Taller de mapeo colectivo y dispositivos múltiples (Iconoclasistas)

Una de las premisas de Hacer Patrimonio en ponerse a ello, crear nuestras herramientas y compartir nuestro conocimiento. En suma, trabajar sobre nuestros bienes comunes, nuestro patrimonio, nuestra cultura. Para ello, una de las primeas cosas que podemos hacer es contextualizar lo que para nosotros es patrimonio e incluir lo que se considera tradicionalmente patrimonio, como forma de introducirlo en nuestro conjunto de conocimiento común y establecer una crítica constructiva. Es decir, contextualizar sobre un mapa (mapear) no sólo el patrimonio como el conjunto de elementos construidos que se ubican en nuestro espacio conocido, sino el patrimonio no tangible, pero que se expresa en un espacio común.

La tutela sobre el patrimonio parece construirse sobre prácticas asépticas en pos del bien común. Esta tutela nos muestra un patrimonio cultural como un objeto neutro, no contextualizado, a excepción de propuestas identitarias y de economías supuestamente sostenibles, o lo que es lo mismo, el patrimonio cultural como algo ya construido, como un conjunto de espacios o prácticas del pasado pautadas y no como un “continuo constructo” que es elaborado por la sociedad no sólo como creadora sino también como gestora. Este mapa debe reflejar las necesidades de las personas que participan en su elaboración, mostrar la tensión y la memoria de un patrimonio cultural que se construye entre todos, que se gestiona desde el imaginario colectivo.

Este conjunto material e inmaterial que conforman nuestros acervos culturales quedan vacíos de contenido si la ciudadanía no se implica en su gestión, si no es la que decide que es lo que hay que “poner en valor” o no, o si es que hay algo que valorar. Utilizar el patrimonio como marca de identidad está en contra de las sociedades plurales y móviles, pero también hay que tener en cuenta que estas dinámica identitarias están en principio dejando de lado la construcción cultural continua, la cultura como un acto plural y acorde a los ciudadanos que viven en espacios determinados. Esto no contradice las prácticas culturales relacionadas con el patrimonio pasado, sino que busca integrar nuevas realidades y prácticas.



Los mapas tradicionalmente han sido usados por diferentes grupos de poder para apropiarse de los territorios desde diferentes perspectivas. Esta apropiación es asumida por todos gracias al uso principalmente de los medios de comunicación instrumentados por esos grupos de poder y el uso de la ciencia como herramienta de justificación de esas prácticas. En nuestro caso el patrimonio se convierte, en la cartografía al uso, en un elemento de poder y como tal gestionado por el poder evidenciando la apropiación de espacios patrimoniales que dejan de ser comunes. Así, poner nombre a las cosas o a los hitos desde fuera de la comunidad, sin contar con ella, desplaza el derecho de propiedad y le confiere la prerrogativa de su gestión ya que sólo los dueños tienen derecho a participar en la elección de ese nombre.

Hasta el siglo XIX los mapas reflejaban unos códigos espaciales claros, mostrando los procesos de apropiación, pero también incluían elementos cotidianos de fácil interpretación. Posteriormente, esos espacios cotidianos que, en parte, representaban los saberes comunes mostrando el patrimonio cultural de los individuos que lo ocupaban, fueron perdiendo representación en favor de un lenguaje más técnico y práctico. Por tanto, esos mapas que describen un espacio o tema concreto pasan a ser documentos personales y jerarquizados sin que tengan cabida las personas que habitan esos espacios descritos, propiciándose la creación de fronteras entre los problemas contextualizados y su propio contexto, o entre el patrimonio cultural y los generadores de ese contenido.

En este caso, nuestra herramienta se reapropia de ese elemento gráfico para hablar de patrimonio contextualizado, en el que la subjetividad del colectivo permite reflexionar sobre el patrimonio cultural, socializar nuestra memoria, saber qué está pasando con el patrimonio que compartimos, quién y cómo lo gestiona y dibujar conflictos. Además, este soporte nos permitirá trabajar desde la creación colectiva, usar nuestra imaginación y recursos artísticos para incorporar nuestros intereses, conocimientos, y carencias.

Los mapeos patrimoniales, en definitiva, se configuran como herramientas ideológicas, y es que “el mapa no es el territorio”, es una herramienta de lenguaje gráfico que desde la subjetividad de sus creadores refleja un momento de una realidad compleja y supone una reapropiación de ese patrimonio cultural. Así, mediante un código pautado colectivamente, visualizamos la memoria y los saberes que configuran nuestro espacio cercano generando lugares, físicos o no, pero en nuestro contexto conocido.



Arqueoflow, mapeo de un yacimiento arqueológico  
(Underground Arqueología Patrimonio & Gente)


El uso de los mapeos como herramientas de creación de patrimonio cultural puede parecer baladí si en ellos no reflejamos nuestras inquietudes y problemas, que necesitan un espacio de reflexión, más si tenemos en cuenta la imposición legal que existe en cuanto a su gestión, de la que difícilmente se nos permite participar. Estos mapas nos permiten construir y difundir nuestra realidad, nuestra relación con el patrimonio cultural, que es creado de forma gráfica.

Trabajar en un mapeo sin una necesidad previa es difícil y muchas veces poco constructivo, por eso es mejor que lo preparemos previamente si tenemos necesidad de evidenciar un conflicto sobre el patrimonio cultural concreto: reutilizaciones patrimoniales, creación de nuevos patrimonios frente al patrimonio institucionalizado, estado de conservación de los espacios patrimoniales, acceso al conocimiento patrimonial, etc. Visibilizar esos conflictos es un ejercicio de resiliencia colectiva, pero para que esto se manifieste tiene que crearse una capacidad crítica ante los problemas que la sociedad actual vive, no como una manifestación abierta frente a la supuesta “crisis de valores”, sino más bien como un repositorio que nos permita hacer patrimonio creando fronteras permeables desde la proactividad colectiva.

Actualmente varios colectivos están usando los mapeos como laboratorios, espacios de encuentro, de análisis, construcción y reivindicación, creando mapas con discursos y nuevas propuestas. Estos nuevos discursos tratan temas como la sexualidad, los conflictos bélicos, la apropiación por parte de los poderosos de los recursos económicos, etc., pero también como herramienta para poner de manifiesto conflictos relacionados con el patrimonio cultural para crear herramientas de diagnosis que permitan generar dinámicas que faciliten la solución de esos problemas, o simplemente sirvan como documentos para presentar esas reivindicaciones. Son mapas colaborativos, cartografías participativas que reflexionan sobre el territorio, buscan conexiones, hitos, espacios vacíos desde esos laboratorios que facilitan espacios para crear redes solidarias de intereses comunes

Aunque la preparación de un mapeo se puede abordar desde diferentes metodologías, en general y como punto de partida, estas dinámicas siguen los siguientes pasos:

Esquema-metodología para mapeos 
(Underground Arqueología Patrimonio & Gente)

PREPARAR EL TALLER
Para preparar un mapeo es imprescindible tener una reunión previa en la que se establezca el área de estudio y el tema a tratar. Esta reunión ayuda a saber qué materiales se necesitan, en qué espacio se va a realizar y como se abordará la acción.

PREPARAR LA METODOLOGÍA
Una vez concretado entre los participantes el tema y el territorio se recopilan todos los materiales que se van a utilizar. Este paso permite acotar la forma de tratar el mapa teniendo en cuenta si se va a usar una cartografía u otra, fotografías, documentación escrita, música, iconos, etc.

ACCIÓN
Dependiendo de la metodología y el espacio elegido, la acción podrá variar pero siempre debe ir precedida de una explicación por parte de los organizadores de qué es un mapeo y qué tema se va a tratar, independientemente de que la acción sea más o menos libre o pautada.

PUESTA EN COMÚN
La puesta en común de los resultados se realizará entre todos, aunque alguien debe dirigir las aportaciones y decidir como recopilar los resultados. Esta puesta en común permitirá evaluar las posibles futuras acciones.

Iconografía para el mapeo (Iconoclasistas)

Hay muchas formas de realizar mapeos: en espacios públicos, al aire libre, estáticos o en rutas, sobre planos horizontales o verticales, con diferente duración y número de participantes, trabajando de forma individual o en grupo. La elección de cómo se hace un mapeo siempre responde a unos objetivos y a la disponibilidad de recursos. No obstante, cualquiera que sea la forma elegida siempre supondrá una herramienta de reflexión constructiva.

Estos mapas son un primer paso para conquistar un espacio
donde se construye nuestro patrimonio cultural.

[blog] ¿HACER PATRIMONIOS? CONSTRUIR O RECONSTRUIR LAS MEMORIAS Sabah Walid. UNDERGROUND Arqueología Patrimonio & Gente Hacer patri...

[blog] ¿HACER PATRIMONIOS? CONSTRUIR O RECONSTRUIR LAS MEMORIAS

Sabah Walid.
UNDERGROUND Arqueología Patrimonio & Gente

Hacer patrimonio cultural y natural, (considerando que el natural al antropizarse también es patrimonio cultural), implica acción y participación directa. La primera incógnita que se nos plantea es qué es eso de patrimonio cultural. Wikipedia lo define como “...la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la que esta vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras”.

Esta definición repetida, de forma más o menos normalizada en diferentes fuentes, implica un proceso de acumulación de saberes del pasado y sus formas de transmisión, pero sólo hace referencia a una acción directa, en los procesos de creación o co-creación, o en la posibilidad de que estos procesos se realicen de forma colectiva y horizontal en los mecanismos de transmisión.

El patrimonio cultural, en tanto que patrimonio construido y patrimonio inmaterial, está regulado en el estado español por una legislación que ha variado a lo largo de la historia y ha influido en su definición. Desde finales del siglo XVIII hasta la Ley de Patrimonio Histórico Nacional de 1985 se consideraba al patrimonio cultural como tesoros, en ruinas o no, que conformaban un legado de bienes de carácter histórico y artístico heredado de generaciones pasadas y que formaban parte de la identidad española, además de ser nuestra contribución a la cultura universal. Todas estas legislaciones tienen en común la necesidad de proteger y revalorizar el patrimonio, protección regulada desde las administraciones y siempre a cargo de profesionales.

Teniendo en cuenta esto ¿cómo se hace patrimonio? En los últimos años, diferentes grupos de “sabios” o expertos han esquematizado la participación en la construcción patrimonial en el siguiente esquema:

Dar a conocer—Metodologías educativas // Valorar—modelos de difusión de los bienes patrimoniales // Restaurar—dar valor-conservar elementos patrimoniales construidos o recoger diversos elementos de patrimonio inmaterial // Reutilizar—dar rédito económico al patrimonio cultural para sostener económicamente los pasos anteriores.

Este esquema, que ha introducido nuevas formas de entender o valorizar el patrimonio, constituye en conjunto un programa de gestión cultural en el que el ciudadano adquiere un valor que antes no tenía pero que se mantiene, en general, como el de espectador de esa gestión. Además, estamos hablando de una gestión “para la ciudadanía” no desde “la ciudadanía”, por tanto, son proyectos en los cuales los que “hacen” no son los mismos que los que disfrutan, conviven, mantienen y ponen en valor el patrimonio cultural. Generalmente encontramos que los procesos de integración y difusión cultural se plasman en una participación de la ciudadanía sobre un producto cultural, que se presenta en bien de la sociedad, aunque esa sociedad no es integrada en la creación del discurso ni en el posterior diálogo. La construcción colectiva de los discursos patrimoniales se enfrenta, además de a las dificultades de pasar del fomento de la proactividad ciudadana a la praxis, con múltiples trabas económicas, legales, políticas y científicas, cuyas actuaciones deben ser revisadas si queremos que la participación ciudadana pase del plano teórico al real y factible.

Una de las fórmulas que se están utilizando para que la ciudadanía pueda pasar a la acción es la de asimilar el patrimonio cultural a valores de identidad colectiva, que un grupo geográfico se vea identificado y se le confiera más cohesión, además de permitirles generar valores diferenciadores de otros grupos. El problema quizás es que los procesos de formación de identidades no deberían configurarse teniendo en cuenta elementos, en este caso culturales, que no surgieron con tal fin.

Por otro lado, como búsqueda de una terminología que no sugiera propiedad privada como puede insinuar la palabra patrimonio, se está trabajando en lo que se denomina “memoria”. Este término nos sugiere de forma inmediata un conjunto de saberes colectivos, que se construyen desde el pasado, pero que tienen valor en el presente. Memoria y saberes forman, en este sentido, una nueva definición de patrimonio cultural, o quizás mejor, la generación de nuevos patrimonios, que se crean en tanto que se construyen entre todos y se modifican a medida que se incorporan nuevos elementos que nos definen como seres sociales y por tanto generadores de conocimiento y contextos.

Entonces, ¿cómo vamos a hacer patrimonio? Hackeando el esquema anterior –dar a conocer, valorar, restaurar y reutilizar-, varios colectivos, públicos y privados, han reconfigurado la estructura en dos: establecer dinámicas de educación expandida y crear nuevos patrimonios.

Así, entran en juego nuevos términos, Educación/Saberes EXPANDIDOS, y Patrimonios/Memorias NUEVOS. En el primer caso, se establecen nuevos contextos educativos que se basan en compartir el conocimiento, y en el segundo caso, se crea nuevo conocimiento mediante metodologías inclusivas, horizontales y abiertas.


Retomando la definición de patrimonio cultural como la herencia de una comunidad, ésta es propietaria de la misma y, por tanto, está capacitada para participar de su gestión, lo que supone no solo una reapropiación de un bien común, sino la revalorización de un contexto de convivencia social basado en el respeto, la confianza y la participación democrática en los procesos de decisión. Los bienes comunes, el procomún, hacen referencia a un sistema de propiedad, pero también alude a un proceso de construcción comunitaria. Procomún y Patrimonio son palabras simples que incluyen múltiples definiciones. El procomún se ha explicado, como decimos, desde muchas perspectivas, una de ellas lo define como “lo que es de todos pero no es de nadie”, pero también como una forma de gestión que incluye una capacidad de resiliencia social en los procesos de reapropiación de lo común.

Como vemos, definir qué es hacer patrimonio no es una cuestión simple por lo que creemos que como indica el propio enunciado es mejor mostrar los diferentes contextos y metodologías que se están generando para que entre todos podamos dar nuestra propia definición. Para ello hablaremos de diferentes procesos:

contextualización, creaciones espacio temporales de nuestro patrimonio.

diagnosis, puesta en común de nuestro conocimiento y búsqueda de necesidades.

redistribución transversal de conocimiento, qué sabemos, qué queremos saber, cómo compartirlo.

memoria, recuperación de saberes como base para la creación de nuevo conocimiento patrimonial.

nuevos canales en la construcción patrimonial, nuevos patrimonios y nuevos canales de comunicación, la creación de contextos abiertos y transversales.

El patrimonio cultural refleja aspectos distintos que conforman una realidad única que se puede desgranar en diversas dimensiones y que forma parte de la formación social. La cultura expresa las singularidades de las sociedades y responde al desarrollo concreto de las mismas, lo que nos permite establecer características extrapolables a su configuración social. Crear nuevos espacios es una de las características que se repiten en los procesos de construcción patrimonial. Así, buscaremos esos espacios para que podamos definir nuestros contextos desde nuestras necesidades buscando el respeto y el confort necesario para una construcción positiva.